foto:Cristina de Middel


´Recortar los derechos a los inmigrantes es el primer paso para recortarlos luego a todos´

Nació en Argelia, pero creció en el este de Francia y su educación es "casi" alemana. Sociólogo, escritor, profesor universitario, especialista en migración, asesor del gobierno de Jospin, europarlamentario hasta 2004. Vive entre Francia y Sevilla. Sami Naïr, ciudadano del mundo.

POR CRISTINA MARTÍNEZ

- No atraviesa el mundo un bueno momento...

Va mal, mal. En un año, la crisis se cobró 29 millones de puestos de trabajo y ahora tenemos 29 millones de parados más. Aquí en España no es necesario subrayar la situación. Estamos hablando de cifras oficiales, pero en realidad la situación es peor. Se ha desarrollado en estos años de forma incontrolable la inestabilidad social y la precariedad, y el mundo, en cuanto a la situación económica, está al borde del colapso histórico. Dicho de otra manera, la crisis provocada por el sistema financiero la están pagando las víctimas del propio sistema financiero. Estamos asistiendo a una reorganización geopolítica y geoeconómica del mundo. Ayer países del Tercer Mundo y hoy en día actores fundamentales sin los cuales es imposible solucionar los problemas del sistema económico mundial. Hablo de Brasil, de China, de La India... Al mismo tiempo asistimos a la decadencia del imperialismo norteamericano.

- ¿Y eso está bien o está mal?

Está bien porque lo merecen. No han aprovechado su papel de gran potencia para pacificar el mundo, para defender la justicia, para desarrollar la igualdad. Han aprovechado su papel tras la caída de la Unión Soviética para dominar más el mundo, para imponer un poder unilateral en vez de aceptar decisiones multilaterales.

- La gente tiene la sensación de que el mundo está al revés. Los gobiernos han ayudado a los bancos, que a su vez son los principales causantes de este desastre, en vez de apoyar a los trabajadores.

Exacto. La gente tiene toda la razón, pero al mismo tiempo hay que conocer bien la realidad. Esa medida significa que los gobiernos no tienen una autonomía grande respecto al mundo financiero. Dicho de otra manera, han trabajado de forma directa o indirecta para el sistema financiero mundial. Representan al pueblo relativamente, porque representan sobre todo a los intereses económicos y financieros. Por eso, el gobierno tenía que hacerlo. No podía dejar caer a los bancos nacionales porque hubiera sido una crisis tremenda. El problema es saber a cambio de qué se dan esas ayudas. Por ejemplo, en EE UU el gobierno pidió participar en los consejos de administración de los bancos para ver cómo usaban ese capital. Osea que el problema es saber dónde va ese dinero. En Europa, los gobiernos tenían que haber dicho a los bancos que tenían que emplearlo en ayudar a empresas a crear empleo. Eso hicieron los chinos.

- España no está muy bien posicionada para salir de este bache, sobre todo con más de cuatro millones de parados.

No, desde luego que no. Pero España no tiene maniobra porque económicamente es una potencia media en Europa y ha utilizado su dinamismo económico de los últimos 20 años para desarrollar las infrestrucuras del país, permitir un nivel de vida más alto... pero al mismo tiempo es uno de los países que tiene debilidades más importantes. El paro, los contratos basura... la burbuja inmobiliaria es, con la de Irlanda, la más importante, y en esta provincia más. Ahora, las instituciones están mirando de manera severa la situación económica en España. Además los mercados financieros han empezado a dudar de España y yo espero que la situación no desemboque en lo que ocurre en Grecia.

- España preside ahora la UE. ¿Eso ayudará a este país?

Ya lo ha hecho porque ha conseguido que siga en Bruselas un comisario español y eso ya es una victoria en sí. Además, mientras España presida la UE no habrá sanciones ni medidas contra el país. El problema de la presidencia española es que es un desafío tremendo. España no tiene suerte porque asume la presidencia de la UE en situación de crisis, en un momento en el que hay que poner en marcha el Tratado de Lisboa y es muy difícil políticamente pasar de un texto a la práctica.

- Las principales víctimas de esta crisis son también los inmigrantes. Usted, como experto en movimientos migratorios, ¿cómo ve la situación de esta gente que ahora se ve atrapada?

Esta situación es el riesgo natural de la inmigración. Cuando uno emigra debe saber que no va a encontrar el paraíso en el otro lado y que la situación va a ser muy dura. La inmigración entre los 40 y 70, cuando se podía vivir bien en pocos meses, se acabó. Los puestos para imigrantes son cada vez de más bajo nivel. Es una condición que ellos aceptan. Pero el problema tiene que ver con el estado de derecho. Los trabajadores nacionales no deben culpar a los inmigrantes de los efectos negativos de la crisis. La crisis provoca una competencia para conseguir puestos de trabajo y los nacionales tienden a pedir un derecho privilegiado, pero en el mundo del capitalismo el trabajo no funciona así porque estamos en un estado de derecho y no tenemos que diferenciar a una persona por sus orígenes o por su condición de inmigrante. Es el principio de igualdad. Y en la crisis los que lo padecen más son los que acaban de conseguir esos derechos: las mujeres, los jóvenes, los inmigrantes...

- La crisis ha provocado el retorno de muchos. De hecho en Alicante más de 7.000 inmigrantes no han renovado su inscripción en el padrón.

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