Frenazo de la inmigración en la provincia

30.04.10 -
Se veía venir. Las previsiones se han cumplido. Las asociaciones que trabajan con colectivos de inmigrantes en la provincia, llevaban un tiempo advirtiendo de las posibles consecuencias sociales que tendría la crisis económica. Una de ellas, y fundamental, el cambio en la pirámide demográfica que podía registrar la provincia por la ralentización en la llegada de jóvenes inmigrantes y la marcha de otros, sobre todo, los de procedencia latinoamericana al ponerse fin al sueño europeo que ya antes no todos lograban alcanzar.
Dos años después del comienzo de la difícil coyuntura por la que sigue atravesando el país, el avance del padrón municipal, a 1 de enero de este año, y publicado ayer por el Instituto Nacional de Estadística (INE) lo ha dejado claro: España tiene ya 46.951.532 habitantes, tras aumentar en 205.725 (+0,4%) durante 2009, pero la provincia ha registrado un frenazo en el empadronamiento de nuevos inmigrantes. Una caída significativa que no se había visto en los últimos doce años y que ha roto el alto ritmo de crecimiento que había convertido a Alicante en una provincia líder en España en multiculturalismo. ¿La inmigración ya ha tocado techo?
'El boca en boca'
Los resultados del INE -el instituto matiza que son todavía provisionales- muestran que la población censada en Alicante (tanto españoles como extranjeros) sólo ha aumentado un 0,26% en el último año (asciende ahora mismo a 1.921.988 habitantes) por debajo de la media nacional y en contrasta a lo que ocurría años anteriores donde se producían ascensos globales entre un 1,35% y casi un 4%.
Entre los alicantinos de nacionalidad española el crecimiento ha sido más o menos el esperado: con más de 4.200 nuevos censados. Sin embargo, la sorpresa ha venido de la mano de los extranjeros. Precisamente el colectivo que estaba sosteniendo el aumento demográfico, el que estaba garantizando el relevo generacional y mejorando las pobres tasas de natalidad que hace más de una década presentaba la provincia. Pues bien, sólo ha crecido el censo de extranjeros en 730 personas más (supone un 0,15% de incremento) frente al pasado año que subió el empadronamiento en 16.600 nuevos residentes.
¿De dónde ha venido este importante retroceso? De América del Sur. El 'boca en boca' sobre las dificultades para lograr un trabajo en España y el retorno silencio -hay familias que están decidiendo volver a su país o desplazarse a otras autonomías- han provocado que el censo en este colectivo haya bajado en 7.489 ciudadanos, según se extraen de las cifras del INE (actualmente son 70.055).
Por nacionalidades destacan argentinos, colombianos, ecuatorianos y bolivianos, unos de los primeros que se han visto obligados a conocer las oficinas del Inem y que tras acabárseles el paro -aquellos que lo tenían- no han tenido más remedio que entregar las llaves de las viviendas al banco. Una precariedad económica que, tal y como han alertado recientemente desde el Obispado de Alicante, provocará en poco más de un año la irregularidad sobrevenida de 5.000 ciudadanos. «Es un problema gordo», señalaron desde el secretario de Migración. Organismo que también insistió en las consecuencias no sólo demográficas sino de mano de obra que hay que tener en cuenta.
Este importante descenso se ha compensado, en parte, por la continuidad en la llegada de extranjeros procedentes de la Unión Europea (UE) -que ya suman en España 2,3 millones de habitantes frente los 1,7 millones que aporta Iberoamérica-, por lo que el volumen de ciudadanos de otras nacionalidades que residen en la provincia de Alicante se ha quedado estancado en el 24%. Un porcentaje que, evidentemente, mantiene todavía a Alicante a la cabeza en tasa de extranjeros. Ingleses y alemanes siguen buscando las bondades del clima de la Costa Blanca, así como italianos y los procedentes de los Países Bajos.
Ahora bien, se trata de nuevos residentes -sobre todo en el caso de los de Alemania y Reino Unido- que suelen asentarse y comprar una vivienda en el litoral una vez han alcanzado los 65 años, lo que ya está provocando que algunas comarcas estén registrando el llamado 'sobreenvejecimiento.


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