El arraigo social alivia la marcha de extranjeros fuera del país por culpa de la crisis La reagrupación familiar contribuye de forma decisiva a que los inmigrantes en situación regular en la provincia aumenten un 13% en un año al mismo tiempo que hay una masiva salida al exterior

fuente:A. TERUEL -INFORMACIÓN.ES
El arraigo social está aliviando la marcha de personas extranjeras a otros países, al darse las condiciones para que muchas de ellas mantengan su residencia en la provincia de Alicante. Según los datos del Observatorio Permanente de la Inmigración, adscrito al Ministerio de Trabajo, a fecha del pasado 30 de junio vivían en el territorio alicantino 117.960 extranjeros no comunitarios con tarjeta de residencia en vigor, un 13% más que un año antes. Esto contrasta con el proceso masivo de salida al exterior que se está produciendo como consecuencia de la crisis económica, y que provocó que 19.458 personas extranjeras abandonaran en 2010 la provincia para irse del país, un 32% más que a lo largo de 2009.
La estabilidad en la situación de buena parte de los extranjeros residentes en la provincia se muestra en aspectos como que el 70% de los permisos de residencia-casi 83.000- son de larga duración, y también son significativos los casos de reagrupación familiar o simplemente arraigo. Hay que tener en cuenta que muchas de estas personas llevan en España más de una década, y que el hecho de tener un puesto de trabajo les ha permitido en un momento dado regularizar su situación. Por ello, han podido tener motivos de peso para mantenerse en el país con la llegada de la crisis, en lugar de optar por marcharse a sus países. Sobre todo, si cuentan con un empleo estable o han adquirido una vivienda.
Otro factor que indica el arraigo de muchas de estas personas es la notable presencia de extranjeros que aún no tienen edad de trabajar: más de 22.000 extranjeros "con papeles" son menores de 16 años. Resulta evidente pensar que estos niños y jóvenes viven con sus familias, que o bien se instalaron en España de manera conjunta o bien se reagruparon con posterioridad. Es de suponer que en esta situación se habrán encontrado en otro momento muchos de quienes ahora tienen un permiso de residencia de larga duración; de hecho, la continuidad del núcleo familiar es una de las principales razones para quedarse en España al margen de la difícil coyuntura económica.
En este sentido, el portavoz del sindicato CC OO en Alicante, Salvador Roig, destaca "la importancia de la reagrupación familiar como un elemento muy importante a considerar en la consolidación de la residencia de larga duración". Esto cobra mayor relevancia, añade, en un momento como éste, en que se están destruyendo muchos puestos de trabajo. Al respecto, Roig hace hincapié en que la actual coyuntura "ha expulsado a miles de extranjeros que no han podido completar los requisitos necesarios" para regularizar su situación, como la disposición de un empleo.
El responsable de CC OO cita este fenómeno como la "irregularidad sobrevenida", que afecta a personas que, habiendo dispuesto de permiso de residencia, lo han visto caducar sin poder renovarlo por la falta de un contrato de trabajo. Roig recuerda que, aunque algunos "han optado por la vuelta a sus países de origen", otros muchos "han pasado a la economía sumergida y a la precariedad social y laboral". Este problema se agrava, explica, porque "el mercado de trabajo se encuentra cerrado" y ni siquiera existe demanda de trabajadores en profesiones de difícil cobertura.

Regular o irregular, el problema es el trabajo
Al margen de su situación, para muchos extranjeros el principal problema es la falta de un trabajo estable, como reflejan las realidades de Milvia Cardona y Sandra Álvarez. Ambas son colombianas y residen en Alicante, la primera desde el año pasado y la segunda desde 2000, y a ambas les ayuda en la actualidad la Asociación Humanitaria Americana, a la que pertenecen. Milvia tiene tarjeta de residencia en vigor, pero a Sandra le caducó y no la ha podido renovar, explica, porque no ha accedido a un contrato de trabajo de un año. Tampoco ha obtenido la residencia por reagrupación familiar ni arraigo, pese a que tiene un hijo de padre español; al contrario, ha recibido una orden de expulsión y teme que pueda ejecutarse en cualquier momento. Lamenta que, con todo esto, "no hay forma de despegar", al estar "con las manos atadas". Por su parte, Milvia tampoco encuentra trabajo, pese a realizar constantemente cursos de formación, y teme hallarse aún así cuando le caduque el permiso.
 

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