Hay pocas cosas que tengan tópicos tan arraigados e incrustados como es el fenómeno de la inmigración en España. Ciertas ideas se han enquistado con tanta fuerza en el subconsciente de nuestra sociedad, que es realmente difícil extirparlas. Y todas ellas nos están convirtiendo, a pasos agigantados, en una sociedad xenófoba. Son muy pocos los que admiten ser xenófobos pero muchos (cada día más) los que, lo sepan o no, lo son.

Esto se demuestra en un artículo de ‘elconfidencial.com’ publicado hace sólo unos meses: cinco de cada diez españoles (la mitad, ojo) opina que debería tener el derecho de elegir colegio para sus hijos por delante de un extranjero residente legalmente en España. Cuatro de cada diez también opinan que deberían tener también preferencia a la hora de acceder a la sanidad pública. El artículo se basa en un estudio realizado recientemente por el Observatorio Español de Racismo y Xenofobia, en el que se refiere a inmigrantes legales: con trabajo, cotizando y con derechos adquiridos. Es decir, según este estudio, la mitad de los españoles creen que deberían tener más derechos que sus conciudadanos extranjeros por el hecho de ser españoles.

¿Cómo se explica que la mitad de la sociedad española considere que tiene más derechos que sus vecinos por el único hecho de haber nacido en este suelo? La respuesta está en los mencionados tópicos sobre la inmigración.

Tópico uno: Nos invaden. Walter Actis, sociólogo miembro del Colectivo Ioé, explica en 'El País' que “el mensaje que nos están transmitiendo los medios es falso y alarmante: nos invaden cientos de pateras. No es cierto. Pese a la desproporcionada atención que prestan los medios de comunicación, el peso estadístico de los inmigrantes que llegan en pateras o cayucos es casi despreciable (representan menos del 1% del total). La mayoría llegan en avión, seguidos de los que usan carretera”.

Además, la inmigración explica el 77% del crecimiento de la población total de España entre 1998 y 2007. Su incidencia en el incremento demográfico español se sitúa por encima del 80%. Sin este crecimiento no hubiera crecido nuestro PIB como lo ha hecho ni nuestra economía sería lo que es. Y eso que ni de lejos somos el país con más inmigrantes: somos el décimo y, curiosamente, somos el primero en número de trabajadores extranjeros, lo que da buena cuenta de a qué vienen aquí los extranjeros y qué es lo que quieren hacer: trabajar.

Tópico dos: Con la llegada de inmigrantes, España es un país más inseguro. Según los datos oficiales del Ministerio del Interior, el número de delitos por habitante en España ha descendido un 22,7% entre 2002 y 2006, años en los que la inmigración ha crecido un 86,5%. La dinámica real no coincide con las percepciones sociales. Las estadísticas de presos extranjeros incluyen a los preventivos (sin sentencia dictada) y a los turistas y extranjeros de paso. Sin contar ambos grupos, la proporción de inmigrantes detenidos se reduce más de la mitad y alcanza una tasa muy próxima a su peso poblacional.

Tópico tres: Delinquen por necesidad. Llegan sin nada y roban. Un macroestudio reciente del INE explica que el 75% de los inmigrantes estaba trabajando en su país de origen antes de decidir venir a España. Esto destruye el tópico de que vienen porque no tienen nada en su país. “No se trata de vagos, delincuentes o desempleados, para empezar porque estos grupos no podrían pagarse el viaje”, explica el Catedrático de Ciencias Políticas de la Complutense de Madrid, David Reher. “El 25% restante, probablemente, sean hijos menores de edad, por lo que no estaban trabajando antes”, añade. Además, el estudio del INE señala que los inmigrantes tienen un nivel educativo similar al de la población española. Un 59% han acabado los estudios de secundaria y un 20% tienen titulación superior. En el grupo con peor cualificación, los africanos, el 75% han acabado la primaria. “El problema”, explica la historiadora Blanca Sánchez Alonso, “es que falta agilidad administrativa para homologar sus títulos. Por esa lentitud burocrática se da la situación de profesionales no reconocidos. Una cosa es que trabajen en empleos de baja cualificación y otra que su formación o estudios lo sean”.

Tópico cuatro: Nos quitan el trabajo. No sólo es falso, sino que pujan por empleos inferiores a su preparación en más de la mitad de los casos. Además, si el discurso era que se necesitaba mano de obra extranjera para que el español pudiese dejar de ensuciarse las manos, ¿por qué ahora son ellos el primer objetivo a culpar cuando llega la crisis? Ni antes se necesitaba explotarlos como se explotaron, ni ahora sobran. Forman parte del sistema, de la maquinaria, para lo bueno y para lo malo, y tienen los mismos deberes y derechos que el resto de conciudadanos, nacidos aquí o fuera. Lo explica mejor la asociación SOS Racismo: “En un ambiente de crisis, los ciudadanos de origen extranjero son tomados como chivo expiatorio del peligro que corre el actual Estado del bienestar, a pesar de que ello suponga una legitimación de la xenofobia. Los trabajadores inmigrados aportan a las arcas de la Seguridad Social como el resto, y por tanto deben tener los mismos derechos y prestaciones”.

Tópico cinco: Tienen más ayudas. La discriminación positiva para con los sectores más desfavorecidos es criticable, pero no por cuestiones de nacionalidad, al menos a mi entender. Facilitar el acceso a una vivienda o a un trabajo a un inmigrante es una manera de ayudar a su integración, ergo a su implicación, ergo a ausencia de problemas sociales.

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fuente:

Nacho Carretero

 

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