El modelo francés no sirve


La prohibición del 'burka' y el 'niqab' entró ayer en vigor en Francia. La integración cívica de las inmigrantes musulmanas tiene fallos en toda Europa, pero el prohibicionismo de Sarkozy no ayuda a solucionarlos

TIMOTHY GARTON ASH 12/04/2011 -Tribuna Opinión

Creo que la gente debe tener libertad para publicar caricaturas de Mahoma. Creo que la gente debe tener libertad para llevar el burka. En una sociedad libre, los hombres y mujeres deben poder hacer, decir, escribir, dibujar y vestir lo que quieran, siempre que eso no haga grave daño a los demás.

Por consiguiente, los partidarios de una prohibición del burka como la que entró en vigor en Francia ayer, lunes 11 de abril, deben demostrarnos qué daño hace que las mujeres se paseen con el rostro cubierto. Hasta ahora, han ofrecido tres argumentos fundamentales.

En primer lugar, dicen que el velo que cubre por completo el rostro es una amenaza para la seguridad pública. Jean-Francois Copé, líder del partido de Nicolas Sarkozy, la Unión por un Movimiento Popular, ha mencionado un atraco a mano armada que llevaron a cabo "en las afueras de París unos criminales disfrazados con burkas". Otros hablan de que bajo el burka puede ocultarse un posible terrorista suicida. ¿Pero cuántos incidentes así ha habido? Para los terroristas de Londres y Madrid, la mochila fue un sitio más fácil en el que esconder una bomba. Y, por otra parte, hace muchos años que los manifestantes violentos que provocan disturbios callejeros se ocultan con pasamontañas y que la media (o su equivalente actual) en la cabeza es el uniforme obligado del atracador. Es ridículo sugerir que las menos de 2.000 mujeres que se cree que llevan el burka en Francia, como las menos de 500 en Holanda, constituyen de pronto una amenaza para la seguridad más grave que todos esos hombres encapuchados y con pañuelos que llevan decenios ejerciendo la violencia.

Lo cual nos lleva al segundo argumento: una sociedad abierta requiere que nos podamos ver las caras. Simpatizo enormemente con esta postura. Casi todas las sociedades libres tienen ciertas normas que rigen nuestras apariciones en público: nada de desnudos frontales completos, por ejemplo, salvo en los lugares reservados para ello. Si, desde hace 50 años, llevar el rostro descubierto en público es la norma legal establecida en las sociedades europeas, igual que lo es cubrir las partes íntimas, sería razonable insistir en que quienes deciden vivir aquí la respeten. Sin embargo, aunque nos quieran presentar la ley francesa como algo igualitario y universalista, es evidente que en realidad no lo es.

En 2009, Sarkozy asumió con entusiasmo la demanda de que prohibiera el burka. Y ahora va a ponerlo en práctica en el contexto de la feroz defensa que hace su partido de la laicidad francesa -en especial frente a la invasión del "islam"- y que quedó reafirmada en una polémica reunión celebrada la semana pasada. Además, en estos momentos, importa mucho la posibilidad de recuperar a los votantes que están yéndose a Marine Le Pen y la extrema derecha xenófoba. Es decir, se trata de una prohibición muy politizada, camuflada bajo un fino velo universalista.

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