Colas en la oficina de Extranjería de Alicante ANTONIO AMORÓS

El número de ecuatorianos, colombianos, argentinos y bolivianos baja en la provincia ante la dificultad de encontrar trabajo o mantenerlo


A. TERUEL -Diario Información

La crisis económica ha detenido la inmigración a la provincia desde Latinoamérica y he hecho que, por primera vez en más de una década, descienda de una forma significativa la presencia de ciudadanos de estas nacionalidades. Según el padrón oficial de habitantes a 1 de enero de 2009, del Instituto Nacional de Estadística (INE), en la demarcación de Alicante viven 462.974 personas extranjeras, un 3,72 por ciento más que en 2008, pero las procedentes de Ecuador, Colombia, Argentina y Bolivia (las cuatro colonias más numerosas) son casi 2.000 menos que un año antes.
En líneas generales, la inmigración exterior a la provincia prácticamente se ha estancado después de una verdadera escalada continua, ya que el aumento de la población extranjera es muy exiguo en comparación con años anteriores. Además, la mayoría de los países de los que se incrementa el número de residentes en los municipios de Alicante son de la Unión Europea, como el Reino Unido y Rumanía. Fuera de este ámbito, tan sólo destaca la subida del número de marroquíes, que pasan de 30.385 a 32.789.
En el caso de los países latinoamericanos, los datos muestran un destacado cambio de tendencia. La cifra de empadronados de nacionalidad ecuatoriana, colombiana, argentina y boliviana ha descendido en 23 de los 39 municipios de la provincia que tienen más de 10.000 habitantes. Los ciudadanos de Ecuador han descendido en casi un 11 por ciento en Alcoy y Torrevieja, y más de un 7 por ciento en Elche. También ha disminuido casi un 10 por ciento la presencia de colombianos en Torrevieja, así como un 8 por ciento los argentinos en Sant Joan y más de un 17 por ciento los bolivianos en Elche. Asimismo, Ibi es el único de los principales municipios alicantinos donde desciende, aunque muy levemente, la cifra total de extranjeros.
El cambio en la situación económica y la falta de expectativas laborales para gran parte de la población no son el escenario más atractivo para inmigrar a España. Además, hay que tener en cuenta que los extranjeros son aún más débiles ante estas circunstancias. A esto hay que añadir las personas que deciden regresar a sus países, bien porque ya encuentran inviable su presencia en España, o bien por una mejora en el contexto económico allí.

De la asociación cultural a la que da asesoramiento
La incertidumbre generada por la crisis en buena parte de la población extranjera ha provocado que colectivos que en origen tenían una función más cultural pasen a ser también puntos de asesoramiento. Carmen Sarango, presidenta de la asociación Americamanta de ecuatorianos de Alicante, explica la "alarma" que sufren muchas personas por no poder afrontar sus gastos corrientes. "Es asfixiante, porque pueden llegar a perderse los papeles por no tener un trabajo". También incide en el desánimo que puede generarse, y que ante ello muchos opten por marcharse.
Más demandas ante los sindicatos


Ocho de cada diez inmigrantes no se plantean regresar a su país
El paro y los problemas para pagar las hipotecas de las viviendas dificultan el retorno
15.02.10 -LA VERDAD
ESTHER BROTONS | ALICANTE.


Fue hace diez años cuando, con el boom inmobiliario, los inmigrantes se lanzaron a comprar viviendas. Muchos extranjeros llegaron a la Comunitat en busca de un mejor porvenir, y la intención a largo plazo era retornar a su país con las manos y las maletas llenas. Pero una década después sus previsiones se han venido abajo y, agobiados por el paro y por la imposibilidad de pagar las hipotecas, no tienen previsto partir.
«El sueño europeo ha sido eso, un sueño. Ha resultado ser una realidad ficticia», aseguran Marino Pulgarín y Luis Carlos Acero, colombianos y responsables del Grupo de Acción y Desarrollo Solidario en Alicante. Una asociación donde tienen a un millar de familias, y de diferentes nacionalidades, con problemas hipotecarios.
Ocho de cada diez inmigrantes residentes en la Comunitat Valenciana han planeado quedarse en España. Al menos, en los próximos tres y cinco años. Otro 11% no tiene un proyecto claro sobre su futuro, mientras que un 7% piensa regresar. Tan sólo un 1% dice que se desplazará a un tercer país.
En estos porcentajes caben dos interpretaciones. Primero, que optan por quedarse porque aun no han logrado ahorrar lo suficiente para volver y asentarse en su país, y ahora mismo tienen dificultades económicas para realizar un retorno. Y en segundo lugar, que existe un alto grado de integración, siendo los originarios de los países desarrollados y los africanos -los que llevan más tiempo de permanencia llevan en España- los que más intenciones muestran de quedarse. La pareja y los hijos son el factor determinante a la hora de tomar esta decisión.
Esta estadística se incluye en el informe sobre 'La Inmigración en la Comunitat Valenciana', que forma parte de una encuesta nacional de 2007 y que ha sido promovida por el Instituto Valenciano de Estadística (IVE). El objetivo era conocer las características demográficas y sociales de los nacidos en el extranjero. El estudio encargado por el IVE ha sido realizado por el Grupo de Estudios Población y Sociedad (Geps), un equipo integrado por profesores de diversas universidades españolas y que ha realizado 1.451 encuestas, diferenciando entre aquellos que llegaron antes de 1992, los que entraron entre 1992-2001, y el periodo 2002-2007.
Endeudados
Más de la mitad de los inmigrantes residentes en la Comunitat estaba trabajando en su país antes de emprender el traslado; un 15% estudiaba y una cuarta parte se dedicaba a las labores domésticas. A diferencia de la opinión generalizada que existe, fueron muy pocos los que tuvieron que endeudarse para costearse el viaje. Sólo el 18% asegura que no contaba con ahorros previos ni recursos familiares.
Un ejemplo es Marino, que tuvo que salir hace diez años de Colombia por el conflicto armado y «malvender» una empresa que le funcionaba bien. No le quedó otra que emigrar junto a su mujer y sus dos hijos desvinculándose del resto de su numerosa familia -tiene 14 hermanos-. Dice que perdió una buena calidad de vida a pesar de los problemas sociales del país. «Los inmigrantes llegaron con grandes expectativas. Podían participar en la compraventa de casas y, ahora, después de diez y quince años trabajando, lo están perdiendo todo. Sus expectativas se han frustrado», explica el delegado de Gades, Luis Carlos Acero, en la sede de la asociación donde no cesan de entrar extranjeros que se encuentran en esta misma situación. Uno de ellos es Wilmer. «Ni loco recomendaría ahora a un compatriota que se viniese para acá». Sufre ansiedad. Y no es para menos. Se ha quedado sin trabajo, no tiene paro y acude a pedir ayuda para intentar sacar adelante a sus cuatro hijos. Llegó a España hace diez años como la mayoría de los participantes en la encuesta. Y como muchos se metió en una vivienda que actualmente no puede sufragar. Este riesgo de embargos -que ya es una realidad- también se pone de manifiesto en el estudio. Y es que el número de inmigrantes que tienen una vivienda en propiedad en la Comunitat supera con creces al resto de autonomías. El 44% de los residentes ha accedido a esta modalidad frente al 30% en España, y más de la mitad se encuentran pagándola.
Un riesgo
Aunque en el citado informe se destaca que este alto grado de participación en la compra de pisos supuso en su momento un cambio en el mercado inmobilario frente al régimen de alquiler, y que en el caso de los inmigrantes que llevan menos tiempo y que se lanzaron a comprar podría considerarse «un ejemplo de éxito y de integración», no es menos cierto que «con una vivienda cuyo valor de mercado se está reduciendo y con el empleo en plena fase de destrucción, esta situación puede ser fuente de importantes problemas en un futuro próximo», advierten los autores.
Carmen, de 32 años y Ecuatoriana, ya está pasando por estas graves dificultades. Llegó hace nueve años a España. Tiene tres hijos de 16, 15 y 9 años, y su marido está en el paro. Ella trabaja por horas, pero «no nos alcanza» para pagar la vivienda. También ha acudido a la asociación en busca de ayuda.
Como otros muchos inmigrantes, emigró a Alicante «para ahorrar e invertir» en un futuro mejor. A largo plazo tenía intención de regresar a Ecuador, pero ahora mismo no puede porque «no tenemos nada. No nos queda otra que aguantar un poco más aquí». El endurecimiento de la política inmigratoria y la crisis económica hacen prever una ralentización del flujo migratorio en los próximos años.
Un movimiento que ha crecido de forma espectacular , sobre todo entre 2002 a 2007, y donde han ganado peso los grupos procedentes de Bolivia, Colombia, Ecuador y Perú frente a la inmigración histórica -la de antes de 1992- con más de tres de cada diez inmigrantes de los países desarrollados, una cuarta parte de los africanos y el resto, de América Latina.
El plan de retorno impulsado por el Gobierno está resultando un fiasco, aunque desde la asociación señalan que se está produciendo un «retorno silencioso» entre aquellos que deciden regresar por su cuenta. «Quizás a largo plazo vuelva», dice Marcelo, quien reconoce que es muy complicado porque influyen factores económicos y sociales. Y es que, después de tantos años en España, teme sentirse un intruso en su país.


«La comida no nos da para repartir entre tantas familias»

En el Grupo de Acción y Desarrollo Solidario (Gades), que en la provincia de Alicante comenzó a funcionar en febrero de 2009, además de impartir cursos de formación y de intentar gestionar los problemas con las viviendas realizan reparto de alimentos, como otras muchas asociaciones que se han visto obligadas a reciclar su actividad para poder afrontar la alta demanda de familias que, en situación precaria, piden comida.
Desde Gades, que cuenta con 640 afiliados, pero que gestionan un millar de casos, dicen que están «muy agradecidos» con la labor que está realizando el Banco de Alimentos de Alicante. El problema es que las entregas que reciben «no nos da para repartir entre tantas familias», y los 30 kilos de arroz no saben cómo dividirlos. Por ello aprovechan para realizar un reclamo a todos aquellos alicantinos que puedan realizar una pequeña aportación de productos imperecederos. Todo será bienvenido.
Y es que aunque la crisis económica no entienda de razas, los primeros que han ido al paro han sido los inmigrantes, el colectivo siempre más vulnerable y que no cuenta con el respaldo de una familia que pueda echarles una mano en estos momentos.
 

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