SOS… Soy inmigrante. El síndrome de Ulises
lunes, 20 de diciembre de 2010
Cuando una persona emigra de su país y se instala en otro para trabajar se abre un mundo nuevo a su alrededor. A veces, la sensación de desarraigo llega al extremo, desencadenando un cuadro de estrés brutal, acompañado de tristeza y de consecuencias físicas y psicológicas que generan una pérdida de salud. Entonces, hablamos de un síndrome que queda detalladamente descrito en el libro ‘SOS… Soy inmigrante. El síndrome de Ulises’ (Ediciones Pirámide), de Ángel Castro. En diálogo con RedInmigrante.es, asegura que su publicación pretende ser una guía tanto para los recién llegados como para los profesionales que trabajan con este colectivo y que el sistema sanitario está cada vez más preparado para enfrentar este cuadro.
RI: ¿Cuáles son las principales características del Síndrome de Ulises?
AC: El Síndrome de Ulises, como recalca el Doctor Joseba Achotegui en todas su intervenciones, no es un problema mental, sino una situación de estrés tan grande que supera la capacidad adaptativa del individuo, conllevando efectos negativos para la salud en estas personas. Está relacionado con la migración, puesto que en ella se produce un choque cultural muy importante; todo lo que está alrededor de la persona cambia: las personas, el ambiente, el paisaje, el idioma, las características físicas. Existe una serie de ‘estresores’, como la soledad, la lucha por la supervivencia, el miedo, y factores que los potencian, como la multiplicidad de factores, la cronicidad, la intensidad de los mismos estresores, la ausencia de control, la ausencia de una red social de apoyo. Además, se observan síntomas relacionados con la depresión, como la tristeza, baja autoestima, culpa, nerviosismo, insomnio, pérdida de interés, irritabilidad, y consecuencias físicas, como cefaleas o fatiga, que minan la salud del inmigrante.
RI: ¿A cuántas personas puede afectar?
AC: Como afirma en el libro el Doctor Achotegui, que acuñó el término ‘Síndrome de Ulises’ y trabaja activamente por sacar a la luz esta dolencia, se estima que alrededor de la mitad de los inmigrantes que residen actualmente en España sufren algún tipo de dolencia relacionada con el Síndrome de Ulises. Es imposible cuantificar este número, pues no sabemos cuántos inmigrantes sin papeles residen hoy en nuestro país, pero si sólo contáramos los ‘oficiales’, que son casi cinco millones, podríamos estar hablando de varios cientos de miles de personas que lo sufren.
RI: ¿Cuál es el perfil del inmigrante que padece este síndrome?
AC: No existe un perfil determinado de inmigrantes que sufren este síndrome. Lógicamente, cuanto más solos se sienten, cuanto menos acompañados estén en España, más posibilidades existirán de sufrir no sólo el Síndrome de Ulises, sino otra serie de problemas de salud. Las personas que viven en nuestro país de manera ‘legal’, que se encuentren adaptados a la sociedad, que comparten actividades con otras personas, disfrutarán de una mayor y mejor calidad de vida. Las que no, son más vulnerables. Aún así, no hay un perfil claro.
RI: Pero, ¿hay personas más propensas a sufrir esta patología, por ejemplo, por las diferencias culturales, su idioma o su situación administrativa?
AC: Sí, hay varios aspectos que pueden influir a la hora de sufrir esta patología. La situación legal, por supuesto. Las personas que se encuentran sin papeles en España son más vulnerables a todas las cuestiones sanitarias, tienen menos asesoramiento, menos ayuda. En muchos casos tienen que esconderse y viven en peores condiciones. Además, su situación irregular hace que en muchos casos no puedan, por desconocimiento, o no deseen entrar en contacto con las instituciones sanitarias, con lo que sufren más y más solos los efectos de este tipo de patologías. También influyen algunas características personales. Por ejemplo, como afirma el Doctor Achotegui en el libro, las personalidades dependientes son las que más, puesto que deben soportar mucha soledad y en la mayoría de los casos acaban por doblegarse. Por el contrario, las personas inteligentes y las que cuentan con buenas habilidades sociales tienen más fácil el contacto con otras personas, la creación de redes sociales y se sienten más protegidos.
RI: ¿Hay nacionalidades más proclives a padecer el síndrome?
AC: Sobre el origen se encuentran pocas diferencias. Como afirma el Doctor Achotegui, sí se ha observado que los subsaharianos muestran una mayor fortaleza ante los síntomas del Síndrome de Ulises que los originarios de otras zonas. Aunque estos males pueden afectar a todas las personas que migran, independientemente de su origen.
RI: ¿Cómo se trata esta patología?
AC: El tratamiento es complicado. La interrelación de factores culturales, sociales, psicológicos y sanitarios dificultan la intervención y el tratamiento. En el libro se desarrolla este tema ampliamente, pero brevemente se puede decir que se debe dar un tratamiento terapéutico, donde el profesional debe establecer una relación próxima y comprensiva con el paciente, tratarlo con educación, dejarle expresarse, respetar las diferencias culturales. Creo que lo más importante es ofrecerles comprensión y ayuda, que nos vean como personas sinceras que queremos ayudarles.
RI: ¿Por qué? ¿Existe desconfianza por parte del paciente?
AC: Hay que tener en cuenta dos cosas; en primer lugar, que muchos inmigrantes no conocen cómo funciona el sistema sanitario español, con lo que pueden desconfiar de los profesionales; en segundo lugar, tenemos que tener claro que muchos proceden de zonas donde los occidentales no somos muy bien vistos, con lo que puede existir un sentimiento de hostilidad. El tratamiento debe aunar una intervención farmacológica, psicoterapéutica y psicosocial, respetando la intimidad y las características culturales del inmigrante, pero haciendo ver que esas diferencias pueden ser una causa de sus males, con lo que él también ha de ser comprensivo con los españoles que desean ayudarle.
RI: ¿Están los servicios sanitarios españoles preparados para tratar a los inmigrantes con Sindrome de Ulises?
AC: Desde mi punto de vista están empezando a estarlo. La inmigración económica es muy reciente en nuestro país. El número de inmigrantes residentes en España ha crecido exponencialmente en los últimos 15 años, con lo que la sociedad quizás no estaba preparada para darle respuesta. Poco a poco se está consiguiendo y desde todos los sectores se está haciendo un esfuerzo por responder a sus demandas. Aún así, hace falta más visibilidad del inmigrante como persona que vive en nuestro país, que debe disfrutar de los mismos derechos y obligaciones, claro, que los autóctonos.
RI: ¿Cómo incide la reagrupación familiar en su cura?
AC: Como se puede suponer, la reagrupación familiar soluciona la inmensa mayoría de problemas que tienen todas las personas. Y si no los soluciona, hace que se vean de otra manera. Piensa en nosotros mismos, que vivimos en condiciones muy diferentes a los de la mayoría de inmigrantes de los que se habla en el libro. Cuando estamos unos días fuera de casa, al paso del tiempo, sentimos que nos falta algo, podemos ser incluso más vulnerables en cuanto al ánimo y la salud. Imagínate entonces estando varios años, solo, a miles de kilómetros de distancia de tus seres queridos, sin papeles, sin acceso a la mayoría de servicios y sin recursos para poder ir a visitarlos. Es duro. Cuando consiguen la reagrupación familiar su vida cambia y todo lo de su alrededor, aunque sea negativo, se ve distinto.
RI: Tu libro recoge el testimonio de dos inmigrantes que han ocultado sus nombres. ¿Por qué has decidido personalizar la descripción de este fenómeno?
AC: Por varias razones. En especial, porque considero que las personas que sufren algún tipo de dolencia, problema, o situación negativa, pueden identificarse mejor si se presentan casos de personas como ellos, anónimas, y en los que pueden verse reflejados. Creo que esto es más útil que presentar datos, sintomatología y tratamientos, de manera más fría. Además, esta opinión personal mía se ve totalmente apoyada por la Editorial Pirámide dentro de la colección ‘SOS Psicología Útil’. En todos sus libros se analiza un fenómeno en primera persona.
RI: ¿A quién va dirigido tu libro y cuál es la aportación que quieres hacer con él?
AC: En primer lugar, a los propios inmigrantes, los verdaderos protagonistas del libro. Para que puedan leer historias similares a las suyas, que se puedan sentir identificados y se den cuenta de que hay recursos y personas dispuestas a ayudarles a superar sus penas y problemas de salud. Creo que es necesario que ellos, por una vez, sean protagonistas de ‘algo’ que intente ayudarlos, no sólo de sucesos y tragedias. Por otra parte, deseo ofrecer información a las personas que trabajan con los inmigrantes, ya sea de manera oficial, como sanitarios y funcionarios, como desinteresada, es decir, voluntarios y personas anónimas que los ayudan, para que sepan de la existencia de esta dolencia, para que puedan identificarlo y para que sepan a dónde dirigirse cuando detecten estos síntomas. Con poder ayudar a un inmigrante, sólo a uno, o a una persona que los atienda, ya está justificada, para mí, la publicación de este libro.
FICHA DEL LIBRO