Mucha gente pequeña

manifestación, foto de Flick
Ante la crisis y la precariedad, los inmigrantes en situación irregular están creando una red de asociaciones en todo el país para reivindicar sus derechos

“Hoy somos muchos, estamos juntos y con fuerza. En nuestro corazón están nuestros hermanos que se quedaron en el fondo del mar. También los que han sido deportados. Los que estamos aquí compartimos con ellos un mismo proyecto que no ha terminado. Se mantienen los motivos que nos empujaron a salir de nuestro país, y aquí cada día tenemos nuevas dificultades. Pero también tenemos toda la fuerza y nuestra determinación para continuar luchando por una vida mejor.”

Así comienza el manifiesto de la “Asociación de sin papeles de Madrid” en su fecha de inauguración, en octubre de 2008. Se trata de una asociación de inmigrantes en la que tienen cabida todos y todas los que luchan por la vida digna de las personas que no tienen documentos, sea cual sea su nacionalidad. Como ella, varias organizaciones de personas en situación irregular están surgiendo por toda España para dar voz a sus reivindicaciones y defender derechos tan básicos como tener cobertura legal, poder estudiar tras los 18 años o cobrar el paro.

Ni Gobierno, ni partidos políticos, ni sindicatos, ni ONG saben cuántas personas en situación irregular hay en España, ya que no están censados. El permiso de residencia es el documento que diferencia a un inmigrante indocumentado del resto de la población, un documento que, en lugar de estar relacionado con los derechos humanos, está ligado al trabajo. Para luchar contra lo que consideran "esta y otras injusticias", en el 2007 se creó, en Terrassa, la primera Asociación de Sin Papeles del país. Aunque lleva más de 3 años luchando por los derechos de los inmigrantes, no ha podido ser reconocida hasta ahora, porque las personas en situación irregular no tenían derecho a la asociación hasta la reforma de la ley de extranjería, que se llevó a cabo hace sólo unos meses.

En Madrid, Barcelona y Sevilla crearon asociaciones parecidas en el 2008. Valencia y Zaragoza también lo hicieron en los dos últimos años.

Alternativas de autoprotección
La crisis y el aumento de la presión policial que denuncian los inmigrantes (tanto en las fronteras como en el interior del país) han hecho el colectivo busque alternativas de autoprotección. Las redes sociales de Internet y los encuentros periódicos que realizan en locales cedidos por ONG están siendo clave para su coordinación.

La inmigración es uno de los sectores más vulnerables de la sociedad. Así, según la última Encuesta de Población Activa, la tasa de paro de los extranjeros/as es de un 30,79%, mientras que la de los españoles/as es del 18,01%. Las personas en situación irregular se ven todavía más afectadas, al no estar registradas en ningún censo. Muchos han encontrado refugio en albergues de beneficencia o en redes de ayuda que han creado ellos mismos.

El “top manta”, reivindicación clave
Una de las últimas reivindicaciones que han llevado a cabo este año las asociaciones de inmigrantes indocumentados de España es la despenalización del “top manta”. “Aunque no nos gusta la venta ambulante, este es el único medio de vida que hemos encontrado para sobrevivir aquí”, reza el manifiesto de la Asociación Sin Papeles de Terrassa. Los migrantes pedían que la venta de artículos falsificados fuera considerada una falta y no un delito y que, por tanto, no fuera posible enviar a un vendedor a la prisión durante 2 años.

Para reivindicar los derechos de los vendedores y vendedoras de “top manta”, las asociaciones de indocumentados organizaron manifestaciones, leyeron manifiestos, publicaron artículos desde varios blogs sociales, etc. Unos meses más tarde, en abril de este mismo año, la Reforma del Código Penal exime de cárcel a los “manteros” cuyos beneficios son inferiores a 400 euros.

Ejemplos como éste nos hacen pensar que las nuevas asociaciones de inmigrantes sin documentación seguirán un camino similar al movimiento de las personas en situación irregular en Francia en los años 90. Gracias a sus continuas reivindicaciones, los inmigrantes franceses consiguieron introducirse en la esfera pública para defender sus derechos.

Porque, como dice un proverbio africano, “Mucha gente pequeña, en lugares pequeños, haciendo pequeñas cosas, puede cambiar el mundo”.

fuente:Migrar.org (27/05/2010)
 

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