Seminario Internacional "La inmigración marroquí: miradas a origen y destino”
domingo, 17 de junio de 2012
La «nueva oleada» de inmigrantes marroquíes a España y al resto de Europa son fundamentalmente jóvenes, la mayoría de ellos de clase media-alta, y con mejores cualificaciones profesionales, ha explicado a Efe, Douglas Massey, demógrafo de la Universidad de Princeton de Estados Unidos.
Massey, profesor en el Departamento de Sociología en Princeton y ponente de un seminario sobre inmigración marroquí organizado por la Universidad de Navarra el 14 y 15 de Junio, ha destacado el hecho de que España ha superado ya a Francia como país de destino de los emigrantes oriundos del país norteafricano.
Se trata en su mayoría, de emigrantes jóvenes, mejor formados, muy diferentes de los «obreros de origen campesino» que llegaban a España desde Marruecos en las últimas décadas, ha subrayado el sociólogo, que ha señalado que también en Canadá y Estados Unidos se ve «claramente» que estos emigrantes son ahora «más cualificados y más profesionales».
«Vemos cambios en las personas que están saliendo de Marruecos, ya que antes eran campesinos con mala formación y poco nivel educativo y ahora proceden más del mundo urbano. Son jóvenes que tienen ambiciones y que cuentan con formación», ha resaltado Massey.
Emigración «circular»
La mayoría son jóvenes marroquíes que han recibido una formación sobre todo en el mundo de los negocios y de las ingenierías: «No son médicos ni abogados, sino que tienen habilidades que se pueden usar en los mercados globales».
Los marroquíes, ha comentado, tienen unas «estrategias de supervivencia» más temporales y realizan una emigración que Massey ha calificado de «circular», ya que, por la cercanía de su país a España, la gran mayoría regresa al menos una vez al año a sus comunidades para visitar a la familia, llevarles dinero o hacer regalos.
Esa costumbre hace que haya «un flujo tremendo» en los meses de verano de emigrantes marroquíes que viajan a su país, como revela la Operación Paso del Estrecho que comenzó ayer, en la que se espera el tránsito de 2,5 millones de personas y 500.000 vehículos.
En contraste, ha apuntado el demógrafo, los latinoamericanos «tienen que cruzar un océano« para volver a sus países y además no encuentran la barrera del idioma, por lo que no hacen una emigración tan «circular» y se hallan en general más integrados y establecidos en España.
«Los marroquíes encuentran barreras aquí. Tienen un idioma completamente distinto al español y para ellos supone un 'refugio' regresar cada año a su hogar», ha subrayado Massey.
Cambio de actitud
El sociólogo ha puesto además de relieve que, al parecer, ha habido en Marruecos un cambio de actitud hacia los emigrantes que regresan al país, aunque sea temporalmente: «Representantes del Gobierno están ahora presentes para darles la bienvenida cuando regresan. Es algo más positivo y más aceptado. Ellos ahora tienen un nicho en la sociedad marroquí».
El motivo de este cambio de actitud, según Massey, es que el Gobierno marroquí ha aceptado el hecho de que estos emigrantes «son un activo económico muy importante; siempre regresan con bienes de consumo y con dinero y son una fuente de divisas para el país».
Pero la moneda de la emigración también tiene una cruz y es que, en tiempos de crisis económica, «siempre surgen las actitudes racistas y xenófobas» en los países receptores, ha comentado el sociólogo.
«Ocurre lo mismo en Estados Unidos, donde se viven tiempos muy contrarios a los inmigrantes, pero la diferencia es que allí hay pocos musulmanes; la gran mayoría de los emigrantes son latinos, especialmente mexicanos», ha agregado.
El factor religioso, a juicio del demógrafo norteamericano, es también «un reto mucho más importante» en Europa que en los Estados Unidos, «donde los musulmanes son una minoría muy pequeña del flujo total de emigrantes».En Europa, ha declarado, «es un desafío» la integración de los marroquíes, porque «vienen de otra cultura y tienen sistemas de género, sistemas de valores y de actitudes muy diferentes».
La cultural, ha concluido, «es una brecha más amplia para cruzar» que la geográfica que suponen los poco más de 14 kilómetros del Estrecho de Gibraltar.
foto;Cristina Herrera